lunes, 26 de septiembre de 2011

SER FUERTE


Fragmentos del Autor: Francisco de Paula Cardona Lira

Uno de los grandes defectos de nuestro mundo es la debilidad de voluntad. Las personas parecen que están vacunadas contra todo tipo de esfuerzos; el placer, la comodidad, los caprichos, la superficialidad, el desorden son la ley. Todo parece hacernos ver que la fortaleza de la voluntad cada día está más escasa.

Se considera que una persona es fuerte, que vive la virtud de la Fortaleza, cuando en situaciones que puedan atentar contra su propia persona, resiste las influencias perjudiciales, soporta todas las molestias que encuentra y se entrega con valentía para vencer las dificultades y para acometer empresas grandes.

La virtud de la Fortaleza hace a la voluntad férrea, de acero, inflexible ante las dificultades, las tentaciones, los desánimos y problemas, grandes o pequeños de la vida de todos los días. La convierte en valiente para acometer, para atacar al enemigo.

El que no está acostumbrado al esfuerzo, difícilmente podrá resistir las dificultades de la vida.
¿Qué es lo que nos propone el mundo de hoy ante las dificultades, por ejemplo, en el matrimonio? Basta que veamos algunas películas o telenovelas y podremos observar que, ante las dificultades propias de un matrimonio, la solución más fácil y cómoda es destruirlo. Irse con otra. Olvidar y rechazar cobardemente el compromiso contraído libremente. ¿Por qué se da esto? Por la debilidad de voluntad, por la pobreza de la vivencia de la Fortaleza en las personas.

Para resistir a los embates de las olas, es necesario ser fuerte.
Para resistir los dolores que crea una enfermedad, hay que ser fuerte.
Para resistir ante los cambios de humor, de estado de ánimo, hay que ser fuertes.

La virtud de la Fortaleza en su aspecto de resistir no se da gratuitamente. Hay que irla formando, día a día, desde pequeños.
Empieza hoy mismo, contigo, dominándote en pequeñas cosas que exijan un esfuerzo: Levantarte inmediatamente, arreglar bien tus cosas, privarte de algún capricho, ser paciente con tus hijos, dar gusto a tu cónyuge, no dejar las cosas fuera de lugar.
La persona que quiere ser madura y cumplir con su fin natural de crecer como tal, necesariamente ha de ser dueña de sí misma, dueña de sus decisiones, señora de sus inclinaciones e instintos.
Las grandes batallas se ganan luchando. Quien se siente a contemplar al ejército enemigo, jamás podrá vencerlo.
El que quiera ser mejor, tendrá que esforzarse por serlo.

Reflexiones enviadas por el padre Jorge Loring S.L.

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